De jitanjáfora, última palabra del tercer verso de un poema repleto de voces sin significado, pero de gran sonoridad, que compuso en 1929 el poeta cubano M. Brull y de la que se valió el humanista mexicano A. Reyes, 1889-1959, para designar este tipo de enunciados.
1. f. Texto carente de sentido cuyo valor estético se basa en la sonoridad y en el poder evocador de las palabras, reales o inventadas, que lo componen.